«Fobia a los perros en apenas 45 min»

Mujer de 60 años con fobia a los perros. Ella cuenta que siempre ha tenido una especie de aversión o de asco a que cualquier perro se le pueda tirar encima, solo de pensar que un perro grande se le vaya a subir al pecho –no exactamente miedo a que le muerda, sino que se le pueda subir-, le da pavor. Tiene familiares y amigos que tienen perro y no va a sus casas por ello, incluso su hijo se compro un perro mediano, y aún con esfuerzo va a visitarlo pero lo aparta con la rodilla (como vio en el programa de TV que amaestran perros); si en la calle ve un perro grande es capaz de cruzar la acera para evitarlo, se avergüenza porque todos los vecinos la miran sin entenderla y quiere superarlo ya.

Empezamos indicándole que visualice una situación en la que recuerde pasarlo mal con algún perro y sitúe de 0 a 10 el nivel de intensidad que le provoca esta emoción -no sabe cómo llamarla, asco o aversión, repelús-, pero nos centramos en la sensación y la valora en 8. Empezamos con un “aunque tengo esta sensación estoy bien”, hacemos una ronda, dice que quizás algo ha bajado pero muy poco, y también que en el punto 4 ha visto su cara dentro de la boca de un perro. Le pregunto si ve qué edad tiene y dice que muy niña. Volvemos a hacer otra ronda igual con la sensación y le cuesta notar alivio. Hacemos la respiración de clavícula, seguimos con otra ronda y baja a intensidad 6. Ya se imagina con el perro de su hermana y no siente la misma angustia. Seguimos y baja otra vez, quizás a 5, ya no se ve tan nerviosa. Continuamos pero modificando algo la frase y sigue bajando, sonriente dice que ya se imagina más tranquila con el perro ahí, que ya no necesita estar pendiente de sus movimientos. Seguimos con otra ronda y dice que ya está bien, que no se lo cree, que puede verse incluso con el perro del vecino que es un bulldog y al cual no podía ni acercarse. Lo cerramos con un “ya no siento esta sensación” y no surgen nuevos aspectos, ella muy contenta. Le hago volver a la visión de su cara dentro la boca de un perro y dice que ya no le afecta y que ya tiene ganas de ir a visitar a su hermana para ver si es verdad. La mujer queda sorprendida de tanta rapidez, se sorprende mucho con la terapia.

Al cabo de una semana en una conversación telefónica cuenta que cuando ve perros por la calle le resulta indiferente, que ya no le molestan…

Hasta pronto.

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